Aunque no estemos juntos, estarán los recuerdos...

lunes, 15 de abril de 2013


La reconciliación


No era una noche igual que las otras, esta vez Lucero estaba enojada con Manuel, porque él le había hecho el comentario de que una fans llamada Renata le había robado un beso. Manuel decidió confesárselo porque no quería tener secretos con ella, pero jamás imaginó que su amada Lucerito, se pondría celosa.

Esa noche Lucero llevó a los niños a la cama y se quedó ahí hasta que se quedaron dormidos. Lucerito y José Manuel dormían como ángeles y a Lucero, le encantaba velar el sueño de sus pequeños. Ya pasaban las 10 de la noche, cuando la adorada decidió irse a su cuarto, pues estaba agotada.

Abrió la puerta de su recamara y lo primero que vio fue su cama llena de pétalos de rosas y sobre su almohada una nota que decía –perdóname lindis, tú sabes que la dueña de mi corazón eres tú—eso la derritió, pero en cuestión de segundos arrugó la nota, empuñó su mano y la depositó en el cesto de la basura, --si Manuel cree que con estos detallitos me convencerá, está muy equivocado—aunque había amado ese regalo, no lo aceptó. Lucero estaba celosa.

Se metió al baño, y tomó una ducha caliente. Mientras ella se bañaba Manuel entraba como delincuente a la casa, sigilosamente daba pasos rápidos, pues sabía que los niños estaban en casa, así llegó al cuarto de la adorada, y se sentó frente a la cama.

Lucero salía del baño y como el cuarto estaba a obscuras no se percató que Manuel la vigilaba. Agarró su crema corporal y empezó a echarse sobre las piernas, a la vez que canturreaba “Dueña de tu amor”. Manuel la observaba como extasiado.

--Siempre he dicho que tienes unas piernas exquisitamente bellas—dijo Manuel de repente, y Lucero saltó del susto. –tú que haces aquí? Como entraste? Me espantaste, tonto— Manuel en forma de burla le respondió –No creo que no me hayas visto, soy tan guapo que hasta la obscuridad me alumbra—a lo que ella respondió –Siempre tan galante tú, pero dime que andas haciendo—insistía ella.

Manuel trató de explicarle una vez más lo del beso de Renata, pero Lucero no escuchaba razones. Ella parecía adolescente de 15 años celando a su novio, y él un loco joven de 25 años tratando de reconquistar a su princesa.

Ya que ella no dejó que Manuel hablara, entonces éste la tomó por la cintura y le plantó un beso, ella solo dijo –déjame, no me toques—pero el hizo caso omiso a la petición de Lucero. La beso para poderla convencer de que sus besos valían más que sus explicaciones.

Al principio Lucero no quería besarlo, pero no pudo resistirse a aquellos suaves labios que sabían a fresa y que lo único que pedían era estar junto a los de ella. Manuel le agarró la cabeza con las manos y le dijo muy convincente –No quiero que dudes de mi amor y de mi fidelidad, te cuesta tanto entender que sos la luz de mis ojos y el motivo de los latidos de mi corazón?—eso terminó por convencerla, de que aquel hombre de ojos claros era el hombre perfecto.

Ella mientras lo besaba, se le derramaba una lágrima, pero Manuel muy tiernamente, sacó su pañuelo y se la secó. –Manuel tengo miedo, de que un día este amor que nos tenemos llegue a desaparecer—pero Él le respondió –No tienes por qué temer, aunque no estemos juntos estarán los recuerdos, de todos los momentos maravillosos que hemos vivido juntos—ella sonrió y lo beso, como símbolo de agradecimiento.

Esa noche se prolongó hasta las 3 de la mañana, pues se habían amado tiernamente, así como lo habían hecho la primera vez que él la tuvo entre sus brazos. Antes de irse a dormir Manuel le hizo una petición –Lucero de mi vida aceptarías volver a casarte conmigo, con el soldado del amor que lo único que hace es amarte—Ella lo besó, pero no le respondió, solo le dijo –yo te amo y nada ni nadie podrá evitar que estemos juntos—dormidos quedaron, abrazados, y Lucero descansaba su pierna sobre el cuerpo de Manuel. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario