Aunque no estemos juntos, estarán los recuerdos...

viernes, 29 de noviembre de 2013


En busca de la felicidad



La relación de Lucero y Manuel no marchaba bien. Era la tarde de verano de un 18 de enero, se cumplía un aniversario más de la boda de la pareja. Lucero estaba emocionada de pensar en la sorpresa que Mijares le tenia preparada. "Serán chocolates? O un anillo de diamantes? O una cena romántica?" decía para sí, estaba muy ilusionada. 

Se llegó la noche y Lucero se arregló muy guapa, pues quería darle una sorpresa a Mijares. Vestía un hermoso vestido rojo, abajo de la rodilla, el cual dejaba sus perfectos hombros al aire, su cabello estaba medio recogido en un moño muy natural. Lucia radiante. El reloj marcaba las 8 de la noche, y la guapa mujer tomaba una copa de vino tinto. Los niños habían ido a dormir a la casa de la abuela. Todo estaba planeado.

Una, dos, tres....cinco copas, y Manuel nunca llegó, a decir verdad, no llegaría, pues había olvidado el aniversario de bodas. Asunto de trabajo? O lo hizo a propósito? 

Ya pasaba la media noche y Lucero se resignó a que su esposo no llegaría, apagó las luces, se tomó la última copa de vino y subió hacia su habitación. Estaba enojada, muy triste. Se miró frente al espejo y se dijo "Soy una estúpida, como pude creer que Manuel se acordaría de la fecha", se desmaquillo enojada, se despojó de la ropa y se metió entre sabanas blancas, marca Ralph Lauren (regalo de los invitados de la boda). De tanto llorar, Lucero se quedó dormida. 

A la mañana siguiente despertó con un fuerte dolor de cabeza. Bajó a la cocina en busca de un café super cargado. Desayunó, se arregló y salió a buscar a los niños a casa de su madre.

Manuel no llamó para justificarse, y no lo hacia aún. Su silencio heria aun más a su esposa. Ella tampoco lo llamaría, pues se sentía humillada. 

José Manuel y Lucerito corrieron a los brazos de su madre, cuando la vieron bajar del auto. Su abrazo fue un reconfortante aliciente para Lucero, quien no pudo contener las lágrimas y les dijo "Mis amores, los adoro tanto". Ellos solo sonrieron y en coro respondieron "Mamí, te amamos". La escena se tornó melancólica. Doña Lucero sabia que algo extraño ocurría, por eso le pidió a los niños que la dejaran hablar con su madre.

--¿Qué pasa Lucero, por qué tan triste? La señora se notaba preocupada, curiosa e inquieta.

--Ay mami! Me siento tan triste, la mujer más desdichada de este mundo. Manuel no llegó anoche a la casa, olvidó nuestro aniversario de bodas, sabes cómo me siento?"

Doña Lucero, dejó ir un suspiro, y exclamó --Ah! es eso, ay nena, no tienes porque sentirte así, Manuel no merece ni una sola de tus lágrimas, y si olvidó la fecha es porque no le importas--

Lucero se sorprendió por las palabras de su madre, pues esperaba que ésta fuera a consolarla, como solía hacerlo cuando ella estaba pequeña, y lloraba cuando veía una cucaracha. Lucero no respondió y solo dijo, --Mami, no tienes idea de como yo amo a ese hombre, y aunque para ti signifique una tontería que haya olvidado el dia de ayer, para mi es algo catastrófico, pero claro, eso nunca lo vas entender--respondió enojada.

Salió corriendo de la sala y llamó a los niños. Doña Lucero, exclamó "Mi pobre hija, sigue enamorado de ese imbécil, que no vale nada".

Cuando llegaron a casa, sobre la mesa había un arreglo de flores rojas, dentro del racimo una nota blanca que decía "Perdón, No olvidé la fecha, solo que hoy te quiero más que ayer".

Lucero no sabia que decir, ni que gesto hacer, estaba confundida. Manuel no estaba en la casa, o al menos eso parecía, pues Lucero lo buscó y no lo encontró, trató de llamarlo por teléfono pero tampoco contestó.

El reloj marcaba las 9 de la noche, los niños dormían y Lucero estaba metida en su cama, viendo la película "escápate conmigo", a decir verdad recordaba momentos agradables y tiernos.

Justo cuando la película acababa, Lucero sintió a lo lejos los pasos y el aromático perfume de Manuel. Se hizo la dormida, para que él no le hablara. Abrió la puerta suavemente, y fue a contemplar el rostro de Lucero.

Le acariciaba el rostro, y a la vez rezaba muy despacio y casi en silencio --Lucerito, perdóname, por haber olvidado nuestro aniversario, sé que no tengo perdón, pero solo quiero un "te amo" de tus labio, eso es más que suficiente. Ella escuchaba todo, tenia tantas preguntas que hacerle, pero tenia miedo a las respuestas.

No abrió los ojos, Manuel se levantó y se fue a dormir al sofá. Lucero no podia dormir, ya habian pasado 3 horas de la llegada de su amado. Tenia el impulso de bajar para verlo, pero sentia miedo a algo. Recorria el cuarto en circulo, pasó asi durante media hora, hasta que decidió bajar.

Manuel dormia. Ella vestia un camisón rojo, muy provocativo. Acarició la cabellera de Manuel, y le susurró al odio "Spaw, despierta" y le mordió la oreja muy tiernamente. Él se despertó y sorprendido le dijo "Lucero, qué haces despierta a esta hora?" Ella solo le puso su dedo indice en los labios de Manuel y le dijo "No digas nada, solo quiero que me ames" Lo besó tan apasionadamente que Manuel, no dudó en cargarla y levarla al cuarto.



Lucero lo amaba todavía, y él solo queria demostrarle que su amor era sincero. El cuerpo perfecto y esbelto de Lucero fueron como un mapa para Mijares, la besaba y la descubría como si fuera la primera vez que estaban juntos. Lucero se sentia plena, amada, feliz....Pero algo feo estaba por venir....

To be continued


miércoles, 27 de noviembre de 2013



Siempre juntos 


Como últimamente los intentos de volver a estar juntos no estaban siendo como lo esperaban, entonces ella por fin acepto esa cita. Hace mucho tiempo la venía cancelando por uno u otro siempre siendo Manuel el culpable, solo porque no quería darle un motivo más para culparla.
A las 8 Andrés paso por ella, era un viejo de la infancia y que hace poco habían vuelto a contactarse, el era divorciado y le interesaba.  La llevo a un restaurante muy elegante cercano a su casa, de luces tenues y música romántica, ella no venía en plan de nada, solo platicar y conocerse, el tenía esperanzas de algo. Conversaron un buen rato de trabajo, la vida, sus hijos un tema que a ella le llenaba de orgullo siempre, sus hijos eran el motor para alentarla a seguir, pidieron la cena con buen vino acompañándolos, ya había pasado una hora, cuando estaban disfrutando su comida, ella sentada con la mirada hacía la puerta ve que junto a grupo de amigos entre risas bromas llegaba al restaurante Manuel. Su corazón se acelero como un ladrón a punto de ser descubierto, ellos ya no eran nada, pero de alguna manera ella sentía que lo estaba traicionando. Manuel le clavo mirada quedándose mudo, no aceptaba ver a su mujer acompañada de otra persona. Se sentaron alejados a ella pero la miraba de frente como queriendo controlar cada movimiento que la pareja hiciera. Algo nerviosa y con la cabeza en todos lados menos en la plática de Andrés, él estaba embobado con ella que ni había percatado la llegada Manuel, entonces ella se disculpo con él para ir a tocador.
No había nadie en el baño así que con sus monólogos frente al espejo intentaba calmarse pero le era imposible, retoco su maquillaje, acomodo su ropa, tomo un poco de aire para acarrear valor y al momento de salir, Manuel invadió el baño de mujeres trabando la puerta tras de sí. –Manuel que haces acá? No puedes entrar- le dijo asustada y con su corazón a mil por hora. El que va a hacer las preguntas soy yo. Que haces con ese tipo? Desde cuando estas saliendo con él?-le decía casi gritando-  No tienes derecho a indagar en mi vida si no somos nada, ni soy de tu posesión- Así que no eres de mi posesión- le dijo en tono irónico y caminando así ella. Lucero caminaba para atrás evitando que la toque hasta que choco con la pared, temblaba sentía la mirada de Manuel furiosa sobre ella. Ahí arrinconada Manuel la beso con rabia y pasión, la apretó contra él, ella se resistía pero no la soltaba, una de sus manos le agarro su trasero y le susurro al oído -eres toda mía-  mordiéndole el lóbulo. Ella gimió de placer y ya sin resistencia lo beso con pasión, agarrándole el pelo, sus lenguas entrelazadas pedían más y más, estaban sedientos de sus labios. Manuel comenzó a des prenderle la blusa, uno dos tres botones y cuando su brasier se comenzaba a notar ella lo detuvo – Espera Manuel acá no podemos, debo regresar alguien me está esperando-  dijo arreglando su ropa. –No me pidas que te deje volver a los brazos de ese tipo, No- -Manuel salí con él, debo regresar con él- -Prométeme que no permitirás que propase contigo- -Si sabes que no puedo olvidarte, Te amo- le dijo al oído y lo beso cerca de los labios. Una mirada rápida al espejo y salió. El se quedo solo en silencio, golpeo fuerte la pared, soltando un grito “Yo también Te Amo” susurro.  Espero que pasaran unos diez minutos y salió, a enfrentar la realidad ver la mujer que tanto amaba en brazos de otro, pero para su sorpresa ellos ya dejaban el lugar, la reconoció detrás, como no reconocerla si la conocía perfectamente sus piernas, su pelo, todo ella.
Continúo con su velada entre risas de chistes sin sentido y una que otra anécdota, pero en sí su mente estaba fuera de ese lugar, imaginaba lo peor a ese tipo besándola en su carro colocándole las manos tocándola como si la fuera romper o ensuciar, “nadie la sabe tocar como yo” pensó.  El sonido de su celular lo volvió a la realidad, era ella. Te estoy esperando…
Manuel no podía creer lo que estaba leyendo, sus ojos brillan y en sus labios se dibujo una sonrisa, disculpándose con sus amigos con una escusa sin sentido se retiro casi corriendo, subió a su coche y manejo lo más rápido que pudo. De uno de los compartimientos del auto saco su llave, nunca había devuelto todos los juegos de llaves que tenía. Lucero lo esperaba nerviosa, a penas llego se había sacado lo que traía y lo esperaba con su baby doll color negro y encaje, que dejaba ver sus pechos a través del tul, con una pequeña tanga que resaltaba su trasero, se miraba al espejo se sentía sexy, quería verse sexy. Cuando sintió el coche sabía que él iba a subir, apago las luces de su habitación y lo espero detrás de la puerta. Al entrar el fue directo al centro de la habitación donde estaba la cama –Amor- dijo no muy fuerte, ella como un gato siamés se le acerco por atrás y le mordió el lóbulo mientras metía su mano por la camisa, -Tú también eres todo mío-,  le dijo con su voz ronca y sexy. Rápidamente Manuel la agarro –Si todo tuyo- y la levanto, ella encerró sus piernas a él mientras lo besaba, ciego iba entre sus besos hasta que la tiro en la cama. –Me encanta lo que traes puesto para mí, pero ya te lo quiero quitar- le dijo todo agitado y sacándose su camisa. –Hazme lo que quieras esta noche- le dijo ella con su mirada clavada en los ojos de él y mordiéndose los labios. Manuel sin palabras se desembarazo de su pantalón y lanzó sobre ella, la recorrió con sus besos, lentamente le quito el baby doll dejando sus pechos descubiertos juego con ellos mientras Lucero arqueaba su espalda de placer, estaba entregada completamente a ese hombre.

Luego sus cuerpos desnudos que se conocían a la perfección se unieron, en un vaivén de embestidas cada vez a un mayor ritmo, él le callaba sus gemidos con besos apasionados y devoradores, hasta que llegaron a la cima de sus fuerzas con un ronco gemido. Sus cuerpos agitados se tendieron sobre la cama, su sudor era uno solo, el éxtasis de ese momento era tan fuerte como el amor que se tenían el uno al otro.  La brisa de la ventana los acariciaba, mientras de a poco en silencio abrazados se pronunciaban todas esas palabras de amor a través de  su mirada.  El la abrazó en señal de nunca dejarla sola hasta que se quedaron profundamente dormidos.