Aunque no estemos juntos, estarán los recuerdos...

miércoles, 27 de noviembre de 2013



Siempre juntos 


Como últimamente los intentos de volver a estar juntos no estaban siendo como lo esperaban, entonces ella por fin acepto esa cita. Hace mucho tiempo la venía cancelando por uno u otro siempre siendo Manuel el culpable, solo porque no quería darle un motivo más para culparla.
A las 8 Andrés paso por ella, era un viejo de la infancia y que hace poco habían vuelto a contactarse, el era divorciado y le interesaba.  La llevo a un restaurante muy elegante cercano a su casa, de luces tenues y música romántica, ella no venía en plan de nada, solo platicar y conocerse, el tenía esperanzas de algo. Conversaron un buen rato de trabajo, la vida, sus hijos un tema que a ella le llenaba de orgullo siempre, sus hijos eran el motor para alentarla a seguir, pidieron la cena con buen vino acompañándolos, ya había pasado una hora, cuando estaban disfrutando su comida, ella sentada con la mirada hacía la puerta ve que junto a grupo de amigos entre risas bromas llegaba al restaurante Manuel. Su corazón se acelero como un ladrón a punto de ser descubierto, ellos ya no eran nada, pero de alguna manera ella sentía que lo estaba traicionando. Manuel le clavo mirada quedándose mudo, no aceptaba ver a su mujer acompañada de otra persona. Se sentaron alejados a ella pero la miraba de frente como queriendo controlar cada movimiento que la pareja hiciera. Algo nerviosa y con la cabeza en todos lados menos en la plática de Andrés, él estaba embobado con ella que ni había percatado la llegada Manuel, entonces ella se disculpo con él para ir a tocador.
No había nadie en el baño así que con sus monólogos frente al espejo intentaba calmarse pero le era imposible, retoco su maquillaje, acomodo su ropa, tomo un poco de aire para acarrear valor y al momento de salir, Manuel invadió el baño de mujeres trabando la puerta tras de sí. –Manuel que haces acá? No puedes entrar- le dijo asustada y con su corazón a mil por hora. El que va a hacer las preguntas soy yo. Que haces con ese tipo? Desde cuando estas saliendo con él?-le decía casi gritando-  No tienes derecho a indagar en mi vida si no somos nada, ni soy de tu posesión- Así que no eres de mi posesión- le dijo en tono irónico y caminando así ella. Lucero caminaba para atrás evitando que la toque hasta que choco con la pared, temblaba sentía la mirada de Manuel furiosa sobre ella. Ahí arrinconada Manuel la beso con rabia y pasión, la apretó contra él, ella se resistía pero no la soltaba, una de sus manos le agarro su trasero y le susurro al oído -eres toda mía-  mordiéndole el lóbulo. Ella gimió de placer y ya sin resistencia lo beso con pasión, agarrándole el pelo, sus lenguas entrelazadas pedían más y más, estaban sedientos de sus labios. Manuel comenzó a des prenderle la blusa, uno dos tres botones y cuando su brasier se comenzaba a notar ella lo detuvo – Espera Manuel acá no podemos, debo regresar alguien me está esperando-  dijo arreglando su ropa. –No me pidas que te deje volver a los brazos de ese tipo, No- -Manuel salí con él, debo regresar con él- -Prométeme que no permitirás que propase contigo- -Si sabes que no puedo olvidarte, Te amo- le dijo al oído y lo beso cerca de los labios. Una mirada rápida al espejo y salió. El se quedo solo en silencio, golpeo fuerte la pared, soltando un grito “Yo también Te Amo” susurro.  Espero que pasaran unos diez minutos y salió, a enfrentar la realidad ver la mujer que tanto amaba en brazos de otro, pero para su sorpresa ellos ya dejaban el lugar, la reconoció detrás, como no reconocerla si la conocía perfectamente sus piernas, su pelo, todo ella.
Continúo con su velada entre risas de chistes sin sentido y una que otra anécdota, pero en sí su mente estaba fuera de ese lugar, imaginaba lo peor a ese tipo besándola en su carro colocándole las manos tocándola como si la fuera romper o ensuciar, “nadie la sabe tocar como yo” pensó.  El sonido de su celular lo volvió a la realidad, era ella. Te estoy esperando…
Manuel no podía creer lo que estaba leyendo, sus ojos brillan y en sus labios se dibujo una sonrisa, disculpándose con sus amigos con una escusa sin sentido se retiro casi corriendo, subió a su coche y manejo lo más rápido que pudo. De uno de los compartimientos del auto saco su llave, nunca había devuelto todos los juegos de llaves que tenía. Lucero lo esperaba nerviosa, a penas llego se había sacado lo que traía y lo esperaba con su baby doll color negro y encaje, que dejaba ver sus pechos a través del tul, con una pequeña tanga que resaltaba su trasero, se miraba al espejo se sentía sexy, quería verse sexy. Cuando sintió el coche sabía que él iba a subir, apago las luces de su habitación y lo espero detrás de la puerta. Al entrar el fue directo al centro de la habitación donde estaba la cama –Amor- dijo no muy fuerte, ella como un gato siamés se le acerco por atrás y le mordió el lóbulo mientras metía su mano por la camisa, -Tú también eres todo mío-,  le dijo con su voz ronca y sexy. Rápidamente Manuel la agarro –Si todo tuyo- y la levanto, ella encerró sus piernas a él mientras lo besaba, ciego iba entre sus besos hasta que la tiro en la cama. –Me encanta lo que traes puesto para mí, pero ya te lo quiero quitar- le dijo todo agitado y sacándose su camisa. –Hazme lo que quieras esta noche- le dijo ella con su mirada clavada en los ojos de él y mordiéndose los labios. Manuel sin palabras se desembarazo de su pantalón y lanzó sobre ella, la recorrió con sus besos, lentamente le quito el baby doll dejando sus pechos descubiertos juego con ellos mientras Lucero arqueaba su espalda de placer, estaba entregada completamente a ese hombre.

Luego sus cuerpos desnudos que se conocían a la perfección se unieron, en un vaivén de embestidas cada vez a un mayor ritmo, él le callaba sus gemidos con besos apasionados y devoradores, hasta que llegaron a la cima de sus fuerzas con un ronco gemido. Sus cuerpos agitados se tendieron sobre la cama, su sudor era uno solo, el éxtasis de ese momento era tan fuerte como el amor que se tenían el uno al otro.  La brisa de la ventana los acariciaba, mientras de a poco en silencio abrazados se pronunciaban todas esas palabras de amor a través de  su mirada.  El la abrazó en señal de nunca dejarla sola hasta que se quedaron profundamente dormidos. 

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