Aunque no estemos juntos, estarán los recuerdos...

sábado, 13 de abril de 2013


El día del beso 



Era una tarde de sábado 13 de abril, hacia un sol radiante y el cielo estaba más azul que de costumbre. Lucero estaba en su casa, se había tomado la tarde libre. Los niños, José Manuel y Lucerito se habían ido de compras con su abuelita. Manuel estaba en su casa, no había hecho planes todavía. Lucerito descansada sobre el sofá, vestía pantalones jeans y una camisa ajustada. Leía un libro, llamado “el pergamino de la seducción” de Gioconda Belli.

Manuel tomó un baño, y se vistió con un pantalón jeans y una camiseta, que le hacía ver sus recién toreando cuerpo. Lucia muy sexy. Tenía ganas de ver a su amada, pero a la vez, dudaba si ella estaba en su casa. Decidió arriesgarse e ir a buscarla.

Extrañamente Lucero se durmió sobre el sofá, él entró a la casa, ¿cómo abrió? Pues él siempre guardó las copias de las llaves de la casa. Abrió y llamó a Lucero, pero nadie contestó. Dio 20 pasos que lo llevaron a la sala, donde Lucero dormía profundamente, y exclamó – mi nena hermosa, te ves tan linda durmiendo—le acarició el cabello y le dio un beso en la frente.

No la despertó, decidió verla dormir. Durante una hora se deleitó con el susurro que salía de la boca de su amada, mientras ella dormía. Cuando ella despertó él le dijo, --no quise  despertarte, ya sabes que me encanta verte dormir—mientras le daba un beso en los labios.

--mi amor, me quede dormida, no supe en que momento, pero me encanta que este saca. Amo despertar y ver tu cara y tus exquisitos labios—le respondió ella.

Ambos estaban más cariñosos que de costumbre, sus besos y caricias eran tiernas, y llenas de amor y cariño. Estaban solos en la casa. Lucero preparó unas botanitas y Mijares fue en busca de un buen vino. Sobre la mesa de la sala, estaban 2 copas, la botella del vino añejo, (el que usaron para su boda, en su primer aniversario, y el que tomaban para ocasiones especiales), y las botanas de queso que había preparado la adorada. Como era de esperarse Manuel se encargó de la música.
Mientras comían, se daban pequeños besitos. Manuel le daba pequeños trozos de queso a Lucero y ella colocaba uvas en su boca, para darle a Manuel. Por un momento Manuel se levantó y le susurró al oído –esta canción va para ti, mi lindis—puso bella, ella sonrió y él le extendió su brazo en señal de baile. Abrazados estuvieron mientras terminaba la melodía.

Ella como respuesta le dijo –y esta va para ti— dejó correr “eres todo”, pero esta vez no bailaron, sino que ella sentada sobre las piernas de él, coreaba su canción. Por primera vez Manuel se sonrojó. Ese detalle lo había emocionado.

Terminó la última frase de la canción y como cierre de broche de oro, un beso interminable, ella acariciaba su rostro mientras saboreaba sus besos. Él bajaba sus  manos sobre la cintura y las caderas de ella.

Manuel le dijo –quiero que este día se haga inolvidable, quiero sellar mi amor y mi pasión en tu cuerpo—ella no dudó en aceptar aquella petición. –tú ya sabes dónde queda “nuestro” cuarto, hoy quiero que vos seas el que me haga llegar a las estrellas—respondió Lucero.

Manuel la cargó hasta llegar al cuarto, poco a poco Lucero fue desvistiendo a Manuel, y él la tiró a la cama, para devorar el cuerpo de Lu. Ella se dejó guiar por las manos suaves de aquel hombre que lo único que hacía era amarla hasta la eternidad.

Manuel lamia el cuerpo de Lucero, pues había derramado chocolate derretido por todo el cuerpo de Lucero. Ella solo sonreía placenteramente. El dedo del pie, sus piernas, sus caderas, el ombligo, su abdomen, sus pechos, su boca….todo estaba lleno de chocolate. Manuel lamia seductivamente el cuerpo perfecto de Lucero.

Esta vez ella no gimió como las veces anteriores, pues el placer lo recibió de otra manera. Él no la penetró, pues solo quería sentir el delicioso cuerpo de ella. Aun le faltaba la parte trasera, fue ahí donde se deleitó con la espalda y las pompas de su amada.

Ella solo se dejó llevar y sentir la lengua cálida de su amado Manuel. Dormidos quedaron, Manuel mientras dormía, saboreaba su lengua, pes aun sentía el sabor del cuerpo de su amada. Y no vivieron felices por siempre, NO, sino que se amaron durante toda la noche, pensando en un futuro feliz juntos. 


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